lunes, 24 de diciembre de 2012

Noche de Paz

En fechas así, es inevitable hacer recuento del año que está a punto de finalizar.
Me recuerdo por estas fechas, el año pasado, en familia y recuerdo que al besar a todos los que me rodeaban, tras las campanadas, me sentí profundamente agradecida por tenerles en mi vida y tenerles sanos y casi siempre felices. Era un año el 2012 que prometía grandes momentos, entre ellos el nacimiento de mi hija.
Me gustan los números pares y quizá sea una tontería, pero estaba deseando iniciar el camino.
Como año, el 2012, la verdad, no puedo decir que haya sido el mejor. Hemos tenido que encajar golpes fuertes y lo cierto, es que mi familia no está pasando por sus mejores momentos.
Eso sí, me quedo con que mi niña preciosa, nació sana y sigue creciendo feliz. Ése ha sido mi gran regalo en este año, ése y por supuesto tener la oportunidad de seguir viendo a mi alrededor la gente a la que quiero.
Siguiendo con mi sinceridad, he de decir que efectivamente, no tengo derecho a sentirme desdichada, tengo dos hijos a los que adoro, mi vida, mi trabajo... no me siento con derecho a hundirme... Pero, sé que este año 2013 se las promete bien duro, sigue la lucha por la salud y por la economía que asfixia a los de mi alrededor.
Habrá que seguir siendo fuerte y no perder de vista el horizonte, mientras pisamos firmemente el suelo.
Os deseo de corazón, que podáis exprimir cada día de vuestras vidas (y por qué no, hoy, también).
Felices Fiestas y Felices momentos.

viernes, 14 de diciembre de 2012

¡¡¡Que quiero darle tetaaaaaaa!!!


Sí, no estáis equivocados. La entrada de este post es un grito, una súplica, una reivindicación a mi derecho de darle la teta a mi hija.
Ella, hace 6 meses el domingo. No sé si os lo he contado, pero ya me he incorporado al trabajo después de la baja por maternidad, a la que le he sumado las vacaciones de verano y los 15 días que me corresponden por "lactancia materna".
En la revisión de los 5 meses, la pediatra me recomendó ir introduciendo cereales sin gluten, puré de patata y zanahoria, además de un zumito de naranja natural para evitar el extreñimiento que suele ser producto de una dieta tan astringente. La recomendación vino a colación de mi comentario sobre mi inminente incorporación al mundo laboral.
Ella me preguntó si se alimentaba solo de mi leche, a lo que yo afirmé. De modo que ambas acordamos que para que la niña no pasase de golpe y porrazo del pecho al biberón, iría introduciendo paulatinamente ciertos cambios. Y así hice, empecé a sacarme la leche para hacer con ella la mezcla con los cereales y fuí acostumbrándola a comer con cuchara el puré.
De este modo, cuando la dejé al cuidado de otros, la niña estaba acostumbrada a su nueva forma de alimentación.
Como muchas madres recientes sabéis, dejar a tu bebé de 5 meses para empezar a trabajar fuera de casa, es bastante traumático. Yo pasé (estoy pasando) por todas las fases del conflicto de separación. Y es que, necesito estar con ella y necesito seguir dándole el pecho siempre que ella quiera y me lo pida. A ella y a mi nos reconforta estar juntas.
Me alivia saber que ella está tranquila las horas en las que no está conmigo, no llora ni se muestra irritada por nada, así que supongo que no echa de menos el pecho ni lo necesita para calmarse ni para buscar afecto, cobijo ni compañía de mamá. Es un regalo saber que está bien y que el proceso de separación lo lleva con total normalidad.
En esas horas que no estamos juntas, yo me saco la leche, de forma que pueda seguir alimentándose de ella a través de las oportunas tomas de cereales mañana y noche.
A pesar de que me saco la leche bastante a menudo, he notado como va reduciéndose la cantidad de leche que me extraigo, tanto que a veces me las veo y me las deseo para tener cantidades suficientes para las tomas de la noche. Me cuesta tener un remanente de leche congelada y siempre voy al día con las reservas.
De modo que más de una vez, cuando he compartido mi pesar con la gente de mi entorno más cercano, me han recomendado empezar a comprar leche artificial:
- "Pues vas a tener que comprarte un bote de leche, por si acaso".
- "No sé por qué te empeñas en seguir dándole tu leche, qué ganas de pasarlo mal"
Estos y otros muchos comentarios martillean mi cabeza y hacen que me irrite profundamente. Y es que, necesito darle el pecho a mi hija. Quiero prolongar todo lo que pueda la lactancia, nos gusta a ambas sentarnos y compartir ese momento, ella me busca y eso me encanta.
Por las noches, mientras dormimos, ella se acerca a mi y empieza a "hociquear", buscando mi pecho. Es una sensación maravillosa, acurrucarla en mi costado y dormirnos las dos plácidamente mientras se alimenta.
Lo cierto es que poco a poco su sueño nocturno es más constante y casi no me busca, ésto y todo lo que os he contado antes, está provocando una progresiva disminución del volumen de leche que genero. Y me da pena, porque no quiero que me pase lo mismo que me ocurrió con su hermano, que a los 6 meses, dejó de amamantarse.
Lo pienso y me da rabia que no sea fácil ni natural poder darle el pecho a tu propio hijo. El ritmo de trabajo, la prematura incorporación tras el parto, los familiares, ciertos amigos... son variables que ponen baches en este maravilloso camino de la lactancia.
Y a veces siento que es más una lucha que la forma natural de criar a tu prole. No lo entiendo, de verdad, no entiendo que sea real este modo de vida que hemos creado, que hayamos ido aceptando este tipo de sociedad, estas normas establecidas y leyes aprobadas que van contra natura, que hayamos ido racionalizando una forma de "estar en el mundo" tan poco fluida y tan contra corriente de los más pequeños, de las generaciones futuras.
Pero la rueda sigue y sigue girando y ¡ay! del pobre que le de por bajarse un rato de ella, aunque solo sea para reflexionar.

jueves, 13 de diciembre de 2012

Mi padre me mima

Todas las mañanas, de lunes a viernes y si el tratamiento para la quimio se lo permite, baja tempranito de casa para esperarme.
Hay días que ni puede con su alma y aún así, le veo en la puerta del edificio, mirando a los lados con una bolsa en su mano.
Así, cada mañana, bajo del coche, abro la puerta y él coge en brazos a su nieta y a cambio me da la bolsa.
Sube las escaleras hasta el tercero, con mi niña en brazos y yo me voy a trabajar. Al llegar la hora de comer, abro la bolsa que mi padre me ha dado y veo que me ha preparado una comida deliciosa, que muchas veces, aún está caliente: "No cocines, me dice, que yo te preparo algo de comer y así no tienes que estar pendiente de eso" - me dijo hace poco. Y ¡vaya que se encarga él de la parte culinaria!:algo para picar a media mañana, 1º y 2º plato, postre y los cubiertos enrolladitos en una servilleta, no me imagino mejor menú ni en los restaurantes más lujosos de Madrid, ni preparados por mejor chef que él.
Por la tarde, cuando recojo a la nena, ahí está, sentada sobre él, plácida, acompañándose mutuamente.
-"Mira a ver si quieres algo de merendar"- me dice cuando llego... ó
- "Ahí tienes unas natillas", o bien...
- "Dile al niño que se coja unos mazapanes que he comprado que sé que le gustan"...
Y así cada día de cada semana, sintiéndome cuidada por alguien tan generoso como él.

¿Es o no es para decir que "mi papá me mima"?

lunes, 10 de diciembre de 2012

Entre dos puntos

La vida es aquello
que queda reflejado
en tus pupilas.
Y el encuentro
tuyo y mío.
O de dos
cuerpos desesperados.
Entretejiendo las pieles.
La vida es aquello
que queda pegado
al carmín
de tus labios.
Y el desencuentro
entre una lágrima
y el esbozo
de una sonrisa.

miércoles, 5 de diciembre de 2012

El cuento de los pies

Y decidí ponerme chanclas

y frente a mi se abrieron

caminos de lodo.

Y otros pisaron mis semidesnudos pies

maltrechos.

Así que me calcé unos zapatos,

cómodos, de piel suave y suela fina

y frente a mi se mostraron

pedregosos caminos.

Y otros aplastaron

mis empeines sin compasión.

Así que decidí hacerme

con unas grandes botas,

de vasta suela y dura piel

y frente a mi

se postraron amplias veredas

y sumisos pies descalzos

dispuestos a ser pisados,

temiendo ser aplastados.

martes, 4 de diciembre de 2012

El cuento de Popolín.

Popolín miró al cielo y del cielo colgaban mil pájaros bellos. De ellos se veían picos, alas, patas y la cola de color intenso negro. Popolín miró al mar y en el mar buceaban mil peces plateados. De ellos destelleaban agallas, escamas, boconas y burbujas con sabor a sal. Popolín miró a la tierra y por la tierra caminaban diminutas hormiguillas. De ellas se intuían antenas, cabeza, cuerpo y patitas trabajando con un hueso de cereza. Popolín quiso tocar el cielo para ser pájaro y no pudo. Quiso abarcar el mar para ser pez y tampoco pudo. Quiso llenarse los bolsillos de tierra y lo consiguió. Cuando llegó a casa le dijo contento a su mamá: - "¡Mira mamá!¡tierra!, ¡soy tierra!" Y la mamá, viendo caer a puñados la arena sobre el limpio suelo, le contestó amorosa: -"¡Anda Popolín, tira eso a la basura y vete a duchar que estás muy sucio!" Y de golpe y porrazo Popolín se convirtió en ser humano sin pretenderlo.