
Después, mientras recogíamos la mesa, me dispuse a fregar mientras mi marido seguía recogiendo y delegamos la responsabilidad de "vigilancia" al abuelo que se prestó encantado a hacer carreras con los peques por el patio. De pronto, oí un grito que me llamaba, salí despavorida dejando los platos cubiertos de jabón y ví al peque sangrando. La sangre le resbalaba por la frente y la mejilla izquierda. En ese momento pensé "esa sangre no es la suya" ya ves tú, lo que hace el cerebro para negar la realidad.
Me acerqué, tomé en brazos al peque, le llevé al baño, me lavé las manos y le limpié la herida con agua y jabón. Pude apreciar una pequeña herida, muy profunda que no dejaba de sangrar.
En ese momento, me acordé de lo que escribió en una entrada de su blog "Diario de una mamá pediatra" y que os dejo aquí.
En el intervalo de 4 meses mi hijo ha tenido dos golpes importantes, uno el que le supuso 6 puntos de sutura encima de la ceja y otro éste, al menos, eso me pareció al observar la herida. En el coche, de camino al hospital me sentía fatal, me preguntaba a mi misma qué estaba haciendo mal para vernos en esta situación de nuevo, yendo a urgencias con el niño por tener una importante herida ... ¿era producto de una casualidad o fruto de haber dejado al cargo de otro adulto a mi hijo?...
Nos atendió la pediatra de urgencias y le comenté cómo se había producido el golpe, lo cierto es que había sido de un modo realmente tonto, ya que el peque, después de correr, se había apoyado en la pared para descansar, dejó caer la cabeza sobre un tubo de metal, una arista sobresalía del tubo y se le clavó en el cuero cabelludo produciéndole un corte superficial pero con cierta profundidad en el centro... le añadí a mi explicación "al final, va a ser un niño accidentable" y la pediatra me respondió "no te preocupes, que tu hijo se caiga porque juega, salta o corre sólo significa que es un niño sano. No te sientas mal por eso".
Sus palabras fueron como un bálsamo a mi conciencia de madre, al menos eso era lo que necesitaba oir en esos momentos.
Cuando me ocurren estas cosas con mi hijo, cosas que se escapan de mi control, cosas que creo que debía haber previsto, me siento realmente mal o quizá el miedo se apodera de mi por un momento. Por un instante soy más consciente que nunca de nuestra vulnerabilidad, aún peor, siento que mi hijo solo por el hecho de vivir está expuesto a situaciones que le pueden hacer daño... Ser consciente de eso, aunque sea de un modo puntual, es duro.
Afortunadamente ya pasó: El peque con su pequeña herida casi curada (sin puntos) y nosotros asumiendo nuestro papel de padres e intentado disfrutar de él siempre, sin pensar mucho en los miedos, esos que le atenazan a uno cuando sabe que el ser que más quiere en este mundo es un ser humano, tan fuerte o tan débil como nosotros.
Me acerqué, tomé en brazos al peque, le llevé al baño, me lavé las manos y le limpié la herida con agua y jabón. Pude apreciar una pequeña herida, muy profunda que no dejaba de sangrar.
En ese momento, me acordé de lo que escribió en una entrada de su blog "Diario de una mamá pediatra" y que os dejo aquí.
En el intervalo de 4 meses mi hijo ha tenido dos golpes importantes, uno el que le supuso 6 puntos de sutura encima de la ceja y otro éste, al menos, eso me pareció al observar la herida. En el coche, de camino al hospital me sentía fatal, me preguntaba a mi misma qué estaba haciendo mal para vernos en esta situación de nuevo, yendo a urgencias con el niño por tener una importante herida ... ¿era producto de una casualidad o fruto de haber dejado al cargo de otro adulto a mi hijo?...
Nos atendió la pediatra de urgencias y le comenté cómo se había producido el golpe, lo cierto es que había sido de un modo realmente tonto, ya que el peque, después de correr, se había apoyado en la pared para descansar, dejó caer la cabeza sobre un tubo de metal, una arista sobresalía del tubo y se le clavó en el cuero cabelludo produciéndole un corte superficial pero con cierta profundidad en el centro... le añadí a mi explicación "al final, va a ser un niño accidentable" y la pediatra me respondió "no te preocupes, que tu hijo se caiga porque juega, salta o corre sólo significa que es un niño sano. No te sientas mal por eso".
Sus palabras fueron como un bálsamo a mi conciencia de madre, al menos eso era lo que necesitaba oir en esos momentos.
Cuando me ocurren estas cosas con mi hijo, cosas que se escapan de mi control, cosas que creo que debía haber previsto, me siento realmente mal o quizá el miedo se apodera de mi por un momento. Por un instante soy más consciente que nunca de nuestra vulnerabilidad, aún peor, siento que mi hijo solo por el hecho de vivir está expuesto a situaciones que le pueden hacer daño... Ser consciente de eso, aunque sea de un modo puntual, es duro.
Afortunadamente ya pasó: El peque con su pequeña herida casi curada (sin puntos) y nosotros asumiendo nuestro papel de padres e intentado disfrutar de él siempre, sin pensar mucho en los miedos, esos que le atenazan a uno cuando sabe que el ser que más quiere en este mundo es un ser humano, tan fuerte o tan débil como nosotros.