jueves, 4 de abril de 2013

Weird

Empiezo a sentirme rara. Y claro que no, una no se considera así encerrada entre cuatro paredes.
Mi rarunez viene de compararme con el resto o de que el resto me compare con otros.
En mis rutinas diarias, me siento rara cuando contemplo el rostro del contrario al confesar que bebo soja en vez de leche de vaca. Y que tomo cereales solubles y no café.
También tengo esa sensación cuando intento evitar comer tanta carne porque empieza a darme "cosa" tomarla.
Y eso lo puedo hacer extensivo a otras facetas de mi vida, por ejemplo cuando en el cuidado de mi niña comento que no uso "toallitas" para su higiene íntima, sino el agua fresquita del grifo. O cuando ven que siendo niña no lleva pendientes o incluso en ese momento que saco el pecho para darle de mamar con 9 meses. Cuando digo que duerme con nosotros o que no le he comprado ropa porque prefiero aprovechar lo que otros dejaron apenas sin usar.
Me siento un especímen de esos que viven en las aguas más profundas del océano, sinceramente.
Lo mismo cuando se trata de la educación de mi hijo cuando cuento que solemos ver películas con él de Berlanga o Buñuel. Cuando limito el uso de la nintendo a los sábados o que prepara el desayuno él solo y se ducha también solo desde que tenía 3 años...
No sé, creía que era más "normal". Aunque sinceramente, a estas alturas, ya no sé lo que es normal y lo que no.
Tampoco es que me importe mucho o llegue a perder el sueño por estas vicisitudes, pero sí reconozco que a veces me sorprendo a mi misma recapacitando sobre ello.
Pero sí, es curioso ser consciente de cómo cambia la opinión de la gente con respecto a ti dependiendo del contexto en el que te mueves.
Y ya fuera ironías, me considero una persona muy corriente donde la mayor parte del tiempo pasa tan desapercibida que si me veis sólo una primera vez, nunca recordaríais mi cara la siguiente :)