jueves, 22 de abril de 2010

FICCIONES QUE SUPERAN LA REALIDAD

Hay ficciones que superan la propia realidad. Tanto, que ya no sé si me estoy dejando convencer por algo tangible o solo por el brillo de los flashes.


lunes, 12 de abril de 2010

Elementos perturbadores.

Sin ánimo de ofender a nadie y mucho menos de parecer retrógada, hay cosas que siguen impactándome. Aquí os lo cuento:

1. Hace mucho tiempo, una niña con once años se da cuenta de que su género no coincide con su sexo. Pasan tres años hasta que consigue que sus padres consientan que se hormone para hacer coincidir género y sexo, le practican la mastectomía con el tiempo, pero no puede costearse la operación para extirparle matriz... y en definitiva reconstruirle sus órganos genitales con el fin de ser hombre (en su aspecto físico que hombre ya lo era). Hasta ahí, nada que aportar porque entiendo la situación. Pasan los años, y el hombre se enamora de otro hombre que a su vez es transexual, como él. El caso es que ambos deciden ser padres y aprovechan que uno de ellos conserva sus órganos genitales femeninos para ser inseminad(o) y quedarse embarazad(o) de un amigo de ambos ... en este punto, mi confusión de género y sexo empieza a tener consistencia de "mejunje". La historia la tenéis aquí. Pero no es nueva porque ya hubo un hombre transexual que tuvo un bebé y que por lo visto fue el primero, aquí su historia ... En realidad, el asunto deja de ser confuso en cuanto dejas de pensar en género o en sexo y piensas simplemente en personas, pero quería transmitiros ésto, sobre todo porque la imagen de ver a un hombre embarazado me produjo cierto impacto visual.

2. Esta semana hay algo que sí me ha perturbado considerablemente, una persona cercana a mi ha recibido una noticia en la que han de operar de urgencia a su madre por un tumor. La situación podría ser diferente si pudiese producirse la operación, pero mi amiga se ha encontrado con un problema aún más duro de roer que el tumor: la religión de su madre no le permite las transfusiones de sangre. Hoy, la familia al completo ha firmado un documento donde prohíbe cualquier intervención quirúrgica donde se le pueda hacer una transfusión de sangre. Ella no está de acuerdo con la mayoría y está desolada: sin operación, el médico le ha reiterado que su madre morirá. La familia está feliz con la decisión: sin sangre, no hay pecado ¡Dios proveerá! Si Él decide llamarla, habrá que asumir su decisión. Me quedo sin palabras y solo puedo citar a Karl Marx: La miseria religiosa es a la vez la expresión de la miseria real y la protesta contra la miseria real. La religión es el suspiro de la criatura oprimida, el sentimiento de un mundo sin corazón, así como el espíritu de una situación sin alma.

3. He escuchado en las noticias que van a prohibir los cuentos tradicionales en las aulas. Según la Ministra Bibiana Aído del Ministerio de Igualdad, son cuentos sexistas... vale, estoy de acuerdo. De hecho, de las cientos de versiones del cuento original de "La Cenicienta" hay algunas que cuentan cómo la protagonista se corta los dedos para que le quepa el pie en el zapato de cristal y cómo el príncipe llega hasta ella gracias a la sangre derramada... Pues sí, es sexista y además macabro, pero creo que en el momento que se escribió, tenía un fin bien diferente al de entretener a los "niños", de hecho y como su propia clasificación indica es un "Cuento tradicional" que no "Infantil", osea, que se transmitían oralmente y con el fin de entretener a una población analfabeta que no tenía ni televisión ni radio y a los que además se les devolvía la propia imagen del pueblo. No creo por tanto que todos los cuentos sean para niños, lo mismo que ocurre con los dibujos animados. Por eso, no entiendo la prohibición, simplemente se debería ver qué tipo de cuentos son para niños y cuáles no. Como todo en educación, se trata de ver la idoneidad de unos contenidos... Por otra parte, ya hay algo que me da tufillo: últimamente, cuando algo no funciona en esta sociedad, acaba siempre echándose la culpa a la escuela. Como madre, me indigno ante este hecho tan hipócrita. El primer pilar de la educación de nuestros hijos no son los maestros sino nosotros los padres. Por mucha Caperucita moderna que se cuente en las asambleas de Educación Infantil, poco cambio se producirá si cuando lleguen los niños a sus casas sus progenitores siguen perpetuando estereotipos tradicionales. Y sí, por supuesto que algo hay que hacer, por supuesto que la escuela ha de contribuir a la igualdad de los sexos, pero el primer impulso no sólo deber partir de las aulas... Por favor! ¿a quién pretendemos engañar? estamos en pañales en cuanto a igualdad y ahora ¿vamos a mirar con lupa los cuentos tradicionales? Hasta podéis participar de una encuesta aquí.

Es lunes y ya estoy alucinando o quizá hasta desvarío ... ¿tú no?

lunes, 5 de abril de 2010

Pero...

Como cada día, presionó el botón de llamada del ascensor...
entró y antes de pulsar el número que le llevaba a su piso,
sorteando el cierre de la puerta, un cuerpo entró.
Ella no le conocía, esperó a que el ascensor iniciase su ascenso para
sutilmente y de soslayo mirarle en el reflejo de las cuatro paredes,
le gustaron sus labios carnosos

y esa carita de niño bueno que miraba tímidamente al suelo y por momentos la punta de sus zapatos.
Le gustó su olor a perfume, tan caro como para comprarle el alma con solo respirarlo.
Primer piso... y subiendo,
ella le rozó la mano, subió por su brazo jugueteando hasta su pecho. Le agarró la camiseta,
le atrajo y se acercó, esta vez más segura de sí misma,
apretó su cuerpo contra el de él sin miedo a ser rechazada...
Su pulso se aceleraba con tan solo pensar que en el segundo piso podría entrar alguien,
un vecino que la conociese... esa imagen hizo que la sangre se arremolinase en torno a sus mejillas.
Pasó el segundo piso... y subiendo.
Él le mordía el cuello mientras sus dedos buscaban y se abrían paso a través de los muslos abiertos...
ella, al borde del colapso, jadeando porque la excitación no le dejaba respirar.
Pero...
El ding de la puerta le devolvió de nuevo a su realidad... había llegado al tercero y debía bajar. Dejó sus ensoñaciones a un lado, salió presurosa y sin mirar atrás al extraño que siempre sería un extraño.

Llegó a casa y vió a su pareja, como siempre, tirado en el sofá, los platos sucios sobre la mesa, unas latas de cerveza vacías al pie de la mesa auxiliar, las zapatillas ... una boca arriba y la otra boca abajo en la otra punta del salón.
Se acercó a él con paso firme y le gritó un liberador ¡vete de mi vida de una puta vez!
Pero...
Un sonoro eructo le despertó de sus ensoñaciones. Se fue a su habitación, se cambió de ropa y empezó a limpiar lo que él había ensuciado ... el resto de su vida.
A la mañana siguiente, bajó por las escaleras en dirección a su trabajo, realmente lo odiaba, odiaba ir al banco y ponerse esa horrible bata azul y odiaba el olor que se le quedaba en las manos cuando se quitaba los guantes. Odiaba los productos de limpieza y odiaba la mierda de los demás... odiaba, odiaba y odiaba.
Se acercó a la moqueta que tanto odiaba aspirar, la roció con abundante gasolina y le prendió fuego... ¡adiós trabajo!
Pero...
El ring del teléfono le despertó de sus ensoñaciones y siguió frotando, abrillantando e higienizando... el resto de su vida.
Hasta que se convirtió en un pellejo viejito y con una pensión que le dejaba en el monedero muchos días sin comer.
Sin embargo, quería sacar fuerzas de flaqueza y levantarse sin dificultad, quería acercarse a la puerta de la calle, que la energía le recorriese el cuerpo para vivir lo que no había vivido hasta ese momento y no desperdiciar ni un minuto más.
Pero...
Le llegó la muerte y esa fue la única que consiguió que no despertara de sus ensoñaciones.