Como cada día, presionó el botón de llamada del ascensor...
entró y antes de pulsar el número que le llevaba a su piso,
sorteando el cierre de la puerta, un cuerpo entró.
Ella no le conocía, esperó a que el ascensor iniciase su ascenso para
sutilmente y de soslayo mirarle en el reflejo de las cuatro paredes,
le gustaron sus labios carnosos
y esa carita de niño bueno que miraba tímidamente al suelo y por momentos la punta de sus zapatos.
Le gustó su olor a perfume, tan caro como para comprarle el alma con solo respirarlo.
Primer piso... y subiendo,
ella le rozó la mano, subió por su brazo jugueteando hasta su pecho. Le agarró la camiseta,
le atrajo y se acercó, esta vez más segura de sí misma,
apretó su cuerpo contra el de él sin miedo a ser rechazada...
Su pulso se aceleraba con tan solo pensar que en el segundo piso podría entrar alguien,
un vecino que la conociese... esa imagen hizo que la sangre se arremolinase en torno a sus mejillas.
Pasó el segundo piso... y subiendo.
Él le mordía el cuello mientras sus dedos buscaban y se abrían paso a través de los muslos abiertos...
ella, al borde del colapso, jadeando porque la excitación no le dejaba respirar.
Pero...
El ding de la puerta le devolvió de nuevo a su realidad... había llegado al tercero y debía bajar. Dejó sus ensoñaciones a un lado, salió presurosa y sin mirar atrás al extraño que siempre sería un extraño.
Llegó a casa y vió a su pareja, como siempre, tirado en el sofá, los platos sucios sobre la mesa, unas latas de cerveza vacías al pie de la mesa auxiliar, las zapatillas ... una boca arriba y la otra boca abajo en la otra punta del salón.
Se acercó a él con paso firme y le gritó un liberador ¡vete de mi vida de una puta vez!
Pero...
Un sonoro eructo le despertó de sus ensoñaciones. Se fue a su habitación, se cambió de ropa y empezó a limpiar lo que él había ensuciado ... el resto de su vida.
A la mañana siguiente, bajó por las escaleras en dirección a su trabajo, realmente lo odiaba, odiaba ir al banco y ponerse esa horrible bata azul y odiaba el olor que se le quedaba en las manos cuando se quitaba los guantes. Odiaba los productos de limpieza y odiaba la mierda de los demás... odiaba, odiaba y odiaba.
Se acercó a la moqueta que tanto odiaba aspirar, la roció con abundante gasolina y le prendió fuego... ¡adiós trabajo!
Pero...
El ring del teléfono le despertó de sus ensoñaciones y siguió frotando, abrillantando e higienizando... el resto de su vida.
Hasta que se convirtió en un pellejo viejito y con una pensión que le dejaba en el monedero muchos días sin comer.
Sin embargo, quería sacar fuerzas de flaqueza y levantarse sin dificultad, quería acercarse a la puerta de la calle, que la energía le recorriese el cuerpo para vivir lo que no había vivido hasta ese momento y no desperdiciar ni un minuto más.
Pero...
Le llegó la muerte y esa fue la única que consiguió que no despertara de sus ensoñaciones.
7 comentarios:
A veces toca vivir una vida que no querías vivir...
A veces se tiene la entereza para salir de ella...pero muchas otras no y simplemente hay que vivirla.
¡Cuantas personas viven así! esperando que algo ocurra y que cambie su vida...
Me ha gustado mucho.
Besinos.
Impresionarte relato me ha dejado triste pensando cuantas gentes vive así
con miedo a que si da el paso su vida es peor. Por experiencia se que es duro salir de una vida donde no encajas pero lo volvería hacer mil veces. Y espero que muchas gente lo haga también y no termine como la de tu historia.
Besos.
Joder CC, me has dejado con mal cuerpo... qué difícil es a veces llevar tus sueños a la práctica.
Una maravilla tu entrada :-)
Muy bueno...y muy real.
ya sabemos..."Carpe diem".
Cuesta aprenderlo,a veces,pero es la única verdad.
Un besote!!
Es tan buena tan buena tu entrada que merece la visión del otro ocupante del ascensor. ¿Te animas?.
Precioso!!!me lo he imaginado en plan película, todo super visual!!!!quiero escribir tan bien como tú!!!!!
Lil kisses!
a veces hay que dar las gracias a ese teléfono que suena o a ese ding del ascensor, pero otras veces, ainss, otras veces no quisieras que nada perturbara tus sueños... quisieras que todo se quedara como está...
muy bueno Cuidadana, muy bueno
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