sábado, 20 de febrero de 2010

Bienvenidos a Holanda

Este es el cuento de la escritora Emily Pearl Kinsgley, ella es madre de un niño con síndrome de Down y escribió este cuento para describir la experiencia de educar a un hijo que en nuestro Sistema Educativo se define como un alumno con necesidades educativas especiales:

Esperar un bebé es como planear un fabuloso viaje de vacaciones a Italia: compras muchas guías de turismo y haces unos planes maravillosos: el Coliseo, el David de Miguel Ángel, las góndolas de Venecia... También puedes aprender algunas frases en italiano. Todo es muy excitante. Después de meses de preparación, finalmente llega el día: haces la maleta y estás muy nervioso. Algunas horas después, en el avión, la azafata dice: "Bienvenidos a Holanda":
"¿Holanda?", preguntas. "Cómo que Holanda? ¡Yo pagué para ir a Italia! Toda mi vida he soñado con ir a Italia!".
Sin embargo, ha habido un cambio en el plan de vuelo, el avión ha aterrizado en Holanda y ahí te tienes que quedar. Así que tienes que salir y comprar nuevas guías de turismo, incluso tendrás que aprender un idioma nuevo. Lo importante es que no te han llevado a un lugar horrible: se trata simplemente, de un lugar diferente. Es más lento y menos deslumbrante que Italia. Pero después de pasar allí algún tiempo y de recuperar la respiración, empiezas a mirar a tu alrededor y te das cuenta de que Holanda tiene molinos de viento, tulipanes, incluso Rembrandts... Pero todos tus conocidos están ocupados yendo y viniendo de Italia, presumiendo de los días maravillosos que han pasado. Y durante el resto de tu vida, te dirás: "Sí, ahí es donde se suponía que iba yo. Eso es lo que yo había planeado."
Pero si te pasas la vida lamentándote por el hecho de no haber podido visitar Italia, es posible que nunca te sientas lo suficientemente libre como para disfrutar de las cosas tan especiales y tan encantadoras que tiene Holanda.

No es mi experiencia personal, pero sí conozco a una madre que ha sabido aceptar con entereza esa primera situación en la que descubres que tu hijo tiene un trastorno concreto que le va a acompañar en su trayecto vital. Ella ha sabido darle un tiempo muy limitado a ese "duelo". Ha comprendido que cuanto antes se repusiese, antes podría empezar a ayudar a su hijo y a trabajar junto a él en este camino.
Por eso ella tendrá la gran suerte de disfrutar de Holanda, mucho más de lo que quizá yo nunca disfrutaré de Italia.

domingo, 14 de febrero de 2010

Bocados de pan con realidad

Querría escribir sonrisas desde tus pies hasta tu cuello.
Trazar ilusiones en tu espalda y sacarle brillo a tu mirada.

Querría mantener el cuerpo firme y las manos llenas.
Que te vieras reflejado en el espejo de mi alma.

Querría no tener aristas, ni dobleces, ni marañas.
Que al tacto descubrieses que soy como me piensas cada mañana.

Querría inundarte el rostro con mis besos.
Hacer de mi tus sueños cumplidos.

No ser ilusión
sino realidad.

No ser eco
sino sonido.

No ser abstracta
ni desdibujada.

Querría darte mi envoltorio al completo
y alimentarte con pan, amor y agua clara.



lunes, 8 de febrero de 2010

Dos palabras...

Después de tantos años aún me estremezco
al leer en la misma frase un fugaz
"tú y yo",
un escondido
"contigo y conmigo",
un "nosotros" jugando a estar "juntos",
ese adiós tan solo "para ti y para mi",
..."ambos"...

¡Qué delicia sentir
que por instantes nos rozamos
aunque solo sea en el papel!
Y dejarme llevar por ese "nos"
que solo cabe en mis sueños.
Bellas díadas,
tan intensas como imaginarias.

jueves, 4 de febrero de 2010

Me pinchan y no me sale ni una gota de sangre.

Y os voy a contar cuándo me pasó ésto.
Ayer fui a merendar con mi hijo a un conocido fast food, esto es en principio una novedad en sí misma porque creo que esto mismo lo habré hecho una vez más en toda su vida, la última vez fue el año pasado en su cumpleaños. Hasta ahí, la historia va bien. Quería hacer tiempo porque tenía que hacer unas cuantas cosas antes de llegar a casa y aún no habían abierto las tiendas, así que: a merendar con el nene. Decir ya de paso, para los que no lo saben, que a las cuatro y cuarto no hay nadie merendando... tampoco comiendo y el lugar parecía una escena del lejano lejano Oeste, con arbusto rodante incluido (que por otra parte me enterado que se llama salsola kali).
Os voy a describir la situación:
Los que tenéis hijos de temprana edad, sabéis el verdadero significado de la expresión "más cargada que una mula". Pues eso, ahí íbamos los dos, el nene bastante ligerito tan solo con unos juguetillos que suele llevar a todos los sitios y yo... el bolso, mi abrigo, su abrigo...¡vale! os hacéis una idea.
Una vez hicimos el pedido de la merienda y ya instalados en nuestra mesa, aparece una familia con dos niños y la abuela incluída. Me abstengo a hacer alusiones a nada más, salvo que se me sentaron justo a la mesa de al lado... pegaditos, pegaditos... La familia en cuestión no me dió buena espina desde el primer momento, pero los que me conocéis un poquito, sabéis que soy persona de segundas oportunidades y no me dejo llevar tan fácilmente por la primera impresión. Así que, intenté mantenerme "parcialmente" alerta, y no era fácil ya que, el hecho de que se sentasen tan cerca, me dió motivos más que suficientes para el mosqueo: el restaurante estaba completamente vacío, con todas las mesas libres ¡digo yo que no habrá otro sitio donde ponerse!!!
El caso es que, la madre de los churumbeles, pega el respaldo de su silla al respaldo de la mía, a lo que yo, muy sutilmente, me doy por aludida y retiro el bolso del respaldo y todos los posibles objetos de valor que tenía en los bolsillos del abrigo... (un por si acaso cruzó raudo y veloz por mi cabeza)
En minutos, ya tenía la situación controlada: mi peque merendando tranquilamente mientras jugaba con su cochecito, su mini oso panda y otro artilugio que le había tocado con el menú... mi bolso en el regazo y todo lo demás fuera del alcance de cualquiera que pudiese tener querencia por las pertenencias ajenas.
Y en tan solo un segundo, dejé de tener tal control: al nene le da un apretón y necesita ir al baño urgentemente (ya sabemos también, que los niños van con la caca incorporada que además es inoportuna la mayoría de las veces), así que, rápidamente me levanto, busco con la mirada la puerta del WC y me dispongo a ir con el peque en volandas, pero ¡no! un dispositivo de emergencia activa mi cerebro y me advierte que coja todo lo de valor y me lo lleve conmigo al cuarto de baño, así que, eso hago... cojo bolso, monedero, móvil, llaves de coche, abrigo del nene y mi propio abrigo y sobre la mesa solo queda la merienda aún a medias y los juguetitos de mi hijo...
Como experta madre, conseguimos salir intactos e impolutos del baño en menos de medio segundo. Regresamos a la mesa y ahí es cuando se me congela la sangre en las venas: compruebo con espanto que la familia en cuestión no está y que además se ha llevado con ella los juguetes de mi hijo!!!
¿Que qué fue lo primero que me vino a la cabeza? ¡matarles, escupirles, pisarles y ... bueno mearles para que escociera!, pero somos gente civilizada, así que opté por coger al nene del brazo y ¡salir corriendo como una energúmena detrás de ellos!!!
Me puse a gritarles con todo el coraje de una hembra que ve a su cachorro herido... ¡devolvedle los juguetes a mi hijo! ¡cobardes! ¡ruines! ¡qué vergüenza robarle a un niño! y otra serie de reivindicativas expresiones... hasta les aplaudí mientras les decía ¡qué valientes sois que le robáis a mi hijo!!! ¡que lo disfrutéis, valientes!!!
La familia, cómo no, se hizo la remolona e hizo finalmente mutis por el foro, mientras bajaban sin pestañear las escaleras mecánicas.
Os prometo que en ese momento hubiese sido capaz de acabar con ellos de una dentellada y no por el valor económico de los juguetes que por otra parte creo que juntos no llegarían ni a 3€, sino porque esos juguetes tenían un gran valor sentimental para mi pequeñajo. Hubiese preferido que me robasen el alma en ese momento.
Sin embargo, esta historia tiene un final feliz...
Ya con los ánimos más calmados y habiendo convencido a mi hijo que la niña que tenía sus juguetes seguramente los necesitaba más que él y que él además tiene muchos más en casa, nos dispusimos a bajar las escaleras mecánicas y ¡voilá! en la papelera, justo del pie de las escaleras, yacía boca abajo su coche preferido... del oso panda, aún no había señales ... pero al menos, este detalle hizo que por instantes mi hijo fuese recuperando la confianza en el ser humano...

martes, 2 de febrero de 2010

Mamá, quiero ser artista!!

No sé si es un defecto o una virtud, pero ¡hay tantas cosas que me gustaría ser en esta vida! que aún no sé si me he decidido del todo ¿eh? .
¿Pensáis que es demasiado tarde para buscar una nueva forma de ganarme las habichuelas?
No sé, no sé.
De momento mi prioridad está dirigida a sacarme la oposición que "espero" me de el pase al Instituto. Como ya os he dicho, me encanta la educación, quiero decir, me gusta sentir que aporto algo a gente que además, no siempre está dispuesta a dejarte ese hueco por el que colarte. Para mi, el trabajo con adolescentes no es trabajo, bueno sí, es esfuerzo, pero muy satisfactorio.
Ese aspecto de mi vida profesional lo tengo bastante claro.
Lo que no tengo tan claro es por qué no me realicé con otra profesión, ¡tengo donde elegir! Veréis:
Me apasiona escribir. La sensación de poner en claro las ideas para parir cada frase ¡es única! Me gusta contar cosas, me gusta imaginar situaciones y sentirlas como mías... ¿Podría vivir de eso? Y no entro ya en valoraciones de si lo hago bien o mal, al margen de eso creo que no podría vivir de lo que escribo, sinceramente.
Por otra parte, también me gusta dibujar. Hay veces que las palabras no me dan para expresarme y entonces, cojo un papel y trazo, hago sombras, difumino... no tengo ni técnica, ni conocimientos, pero me gusta sentir el trazo de la punta sobre la lámina... y crear algo que antes no estaba ahí... Bueno, también me gusta la "papiroflexia" ¿existirá algún master de eso?
¿Y tocar la guitarra? bueno, no, porque aunque estudié en el conservatorio, nunca despunté salvo en solfeo. A mi me va eso de tocar flamenquito y sevillanas... algo muy particular y sobre todo algo que no hago en público. Ya véis, en eso he salido pudorosa.
También hice ballet durante diez años... me sentía única ... y puede que lo fuese, ya que en su momento era la única niña con sobrepeso de la compañía... Lo dejé a petición de mi profesor... no daba la talla, o mejor dicho, la figura. Del ballet aprendí el gusto por la danza (y por las dietas), ¡adoro bailar y adoro la comida!
¿Y cantar? jajajaaja! soy de las que cantan en la ducha a voz en grito: no hay ducha que se precie sin un do mayor en toda regla de por medio. Ahora con la oposición, y con la excusa de grabar las clases, me he comprado una grabadora y estos días estoy haciendo mis primeros pinitos como solista... quién sabe, a lo mejor al final me da hasta por ser famosa, me pongo a hacer castings y me véis en la tele sin cortes publicitarios y todo!!!

Qué incertidumbre amigos, ¡me siento artista! ¡he nacido artista!, lo noto, que lo llevo en la sangre ... Y digo yo ¿podré recuperar el tiempo perdido?...

Y a ti... ¿qué te gustaría ser de mayor?

lunes, 1 de febrero de 2010

POMPAS DE JABÓN

Hace tiempo, escribía aquí sobre la habitación de mi hijo.
A pesar de los esfuerzos por mantener el número de juguetes y cachibaches a raya, es difícil controlarlo.
La verdad es el peque se entretiene con todo, aunque insisto y mantengo que el mejor juguete para él o al menos más entretenido somos nosotros... y no es por amor de madre, es la verdad.
Ayer hicimos una criba importante en su habitación y parece que no le ha afectado mucho. En realidad, hay muchas cosas con las que ya no juega pq se le han quedado "pequeñas" y entiende que si están casi nuevas pueden ser reutilizadas por otros niños, así que encantado.
Eso sí, los "pomperos" se han quedado donde estaban, y es que, a sus cuatro años, sigue disfrutando del placer de perseguir las pompas de jabón por la calle.
El sábado, sin ir más lejos, nos convertimos en expertos cazadores de pompas y cómo no, algún viandante tanto adulto como joven, se vió tentado a correr detrás de alguna.