viernes, 22 de octubre de 2010

Olores

Ayer mismo me volvió a pasar que paseando en la calma hora de la comida, detecté un matiz a madera de pino crepitando al son del fuego, mezclado con el aroma a puchero y aire fresco entre los callejones de mi antiguo barrio... En lo más profundo de mi cerebro quería abrirse paso algún recuerdo de ese olor, evocando mis pasos por aquellas calles siendo yo aún niña, volviendo del colegio o quién sabe, yendo a pasear con mis abuelos... Ese olor mezcla de comida de todos los bloques apiñados, con la inminente llegada del invierno, algún olor a leño quemado de alguna casa baja con chimenea ... aquel aroma me desbordó con millones de recuerdos en forma de imagen. Por un instante creí que al abrir los ojos me encontraría a mi misma subiendo las escaleras hasta el tercero y llamar a la puerta donde mi madre saldría a recibirme, por un segundo creí ser de nuevo niña, invadida por el aroma a hogar, a barrio, a niños en la calle, a butanero golpeando las bombonas entre sí, a afilador con su bicicleta, a la cola de gente en la pescadería ...
Cerré los ojos y soñé por un instante volver a ese pasado feliz, inocente y embriagador, regresé al calor del fuego de leña en mis vacaciones de Navidad, al de las castañas asadas en el carbón, al de los charcos en el camino, al del frío en la nariz, al del arroz con caldo y pollo hecho por mi abuela en la hoguera, a los perrillos del pueblo bebiendo de las gotas de rocío ...

Aromas especiales y únicos que siempre permanecen.

Y a ti ¿Qué olor te evoca tantos recuerdos?

lunes, 11 de octubre de 2010

Me siento bien . . .

Cuando disfruto de una ducha caliente.
Al despertar con el sonido del viento.
Cuando mantengo una buena conversación.
Cuando la luz roza mi cara.
Al verte dormir apaciblemente en tu pequeña cama.
Cuando imagino nuevas metas.
Cuando las alcanzo por fin.
Cuando siento que la vitalidad me invade.
Al verte bostezar por las mañanas.
Cuando siento la energía en el ambiente.
Al oir latir mi corazón y el tuyo.
Cuando me da la risa porque me das una sorpresa.
Cuando camino entre las hojas del otoño.
Al ver tu carita de niño buscarme al despertarte.
Cuando camino entre la niebla de tu mano.
Cuando te recojo del colegio.
Cuando jugamos a pisar nuestras sombras.
Al verte montar en bici sin caerte.
Cuando pones mi nombre en el papel.
Cuando abrazas a tu peluche favorito.
Cuando hacemos un bizcocho.
Cuando te ríes a carcajadas.
Al darme un beso de ratón.
Cuando nos queremos hasta el infinito.

Me siento bien...

lunes, 4 de octubre de 2010

Unípara

Reconozco que últimamente parece que una fuerte llamada de maternidad llama a mi puerta. No sé si será la edad que ya empieza a advertirme que estoy en el límite (cada vez más flexible, por cierto) o que mi peque deja de serlo, o que mi casa es más grande y quiero llenarla de niños correteando por ella, o que yo me siento más preparada... no sé que será, pero últimamente la idea de volver a ser madre, me ronda como una hiena a su carroña (el ejemplo es más gráfico que adecuado).
Sin embargo, me temo que por exigencias del guión me quedaré con las ganas...
Si volviese a ser madre, quisiera tener la certeza de que tendría el mismo tiempo que dispuse para mi primer hijo, quisiera tener una economía estable (y no me refiero a grandes lujos, sino al mero hecho de llegar a fin de mes), que mi trabajo no corriese riesgos si tuviese que pedir alguna reducción de mi ya reducida jornada o ¿por qué no? una excedencia... y si además le unimos el hecho de "Uno quiere, otro no", presiento un futuro "uníparo" más por obligación que por convicción y eso es algo que me pesa, al menos hoy.
Aunque quizá esto que me pasa, más fisiológico que "lógico", sea algo parecido a la fiebre, que cuando se va, es como si nunca hubiese existido.
Por lo pronto, esta sensación es lo suficientemente importante como para ponerla en cuarentena mientras leo vuestros comentarios :)