jueves, 17 de enero de 2013

Se busca sensibilidad perdida en los médicos de urgencias

Cada vez que leo Diario de una mamá pediatra, siempre pienso que me encantaría tener cerca una especialista como ella, tan profesional, tan implicada, tan dedicada...
Lamentablemente, en mi trayectoria como madre de un hijo de 7 años y una niña de 7 meses, mi experiencia con medicina/urgencias, ha sido "triste". Sí, tristeza, porque no encuentro más palabras para definir la sensación que se me queda en el cuerpo tras acudir a urgencias con mis hijos.
Y eso que resido en un municipio diferente al que vivía cuando mi hijo mayor era el bebé... pero que las cosas no cambian y los médicos son igualicos igualicos de maleducados.
Nada más lejos de mi intención que herir al gremio de médicos (o sí), pero vengo más que calentita de mi visita a urgencias a las taitantas de la noche, que dicho sea de paso, son taitantas para todos y no solo para el médico que me ha atendido (con la cara marcada por la arruga de la sábana).
Imagináos la una y media de la mañana, esperando a que me abran la puerta del centro médico tras llamar una vez en la que indica muy amablemente y literal:
Por favor, llame al timbre UNA SOLA VEZ. En breve será atendido. Muchas gracias.
Me gustaría saber qué entienden ellos por breve, porque en pleno invierno y habiendo salido urgentemente de casa, sin abrigo, estar 10 minutos en la calle con un bebé febril y vomitando, es de todo menos BREVE.
Así pues, he llamado una SEGUNDA VEZ, y tras cinco minutos de espera y mi piel empezando a tornarse morada, ha salido de las estancias una señorita muy señoreada que abre y sin mediar palabra me indica con su índice "pá dentro".
Ahí voy yo, intentando guardar la calma, intentado ponerme en la situación de esa pobre muchacha que está de guardia, recién "despertada", a la que probablemente le han recortado el sueldo, le han subido de horas y/o le han asignado otro centro porque el suyo lo han privatizado... digo, que ahí voy yo, por el pasillo hasta el cubículo donde está el Oh! Todopoderoso Oh, médico de guardia de urgencias, que para variar, ni me mira, ni me saluda, ni me dice que pase, ni que me siente,... y que se pone a escribir en el ordenador antes de saber si estoy allí porque soy una loca de la vida, o porque realmente tengo la necesidad de ir porque mi pequeña no para de vomitar.
Me señala pues la camilla y me hace un gesto acompañado de un sonido gutural, a lo que yo, voy calentádome mientras me muerdo la lengua para no montar un "señor pollo".
Y ya le digo que qué quiere que haga, que no le entiendo, y por fin, escucho la voz del Oh! Todopoderoso Oh, médico de guardia que me espeta que lleve a la niña a la camilla y le quiteeee... eso, que le quite eso... ESO??? imagino que se refiere al pijama (y no a la mantita que la cubre).
En fin, que procede a la exploración y sin más ni más, me dice ...que tome "Motilium" si sigue de esta guisa.
- Motilium? ¿y eso qué es lo que éeeeeeeeeeee? - le pregunto yo, claro.
- Un jarabe. Pero que tome muy poco, como una rayita ná más.
- Una rayita? qué medida es esa Oh! Todopoderoso médico.
- A ver, ¿cuanto pesa el niño?
- Pues, la NIÑA, pesa unos siete kilos y medio.
- Entonces sí, que sea muy poco, una rayita, un filito de jarabe. "Enga" hala. Si mañana sigue así, pues ya sabe, al pediatra.
- Ah! ¿y el motilium? imagino que mañana, porque en este pueblecito, lo que es farmacias de guardia, pues no, oiga y ... claro...
- Sí, pues mañana se lo da.
- ¿Le sigo dando el pecho entonces todo este tiempo no?... como vomita cada vez que le doy...
- Sí, siga siga y agua, mucha agua, pero sin llenarle el estómago para que no le moleste. Hala, "adió".
¡Y me he ido oyesssssssssssss!, receta en mano, niña vomitando y cara de tolai que no veas.
De camino a casa, he caído en la cuenta de que no me ha dado el informe.
¿Qué tendrá la niña?, imagino que saberlo será irrelevante siempre y cuando sepa cómo tratar los síntomas. Que yo recuerde: teta, agua y motilium mañana, si lo vomita: le doy otra vez, si fiebre: apiretal, si lo vomita: le doy otra vez y si sigue así, pues al pediatra. Oooooo.k.
Me dan ganas de estudiar medicina oyessssssssssssssssss.
¡Qué hartura! os lo digo de verdá, ¡qué hartura y qué vergüenza!


sábado, 5 de enero de 2013

Queridos Padres Magos

Queridos Padres Magos:

Por circunstancias, este año que ya ha pasado, he ido aprendiendo a vivir el día a día sin pensar en nada más. He sabido disfrutar del presente, dar carpetazo al pasado y no esperar nada a cambio del futuro. De repente, sin necesidad de operación alguna, han desaparecido todas las dioptrías de mis ojos, sí, ésas que no me dejaban ver con claridad, ésas que buscaban lejos, lejos para encontrar la "verdadera" felicidad, ésas que creían que me podría esperar algo mejor, cuando lo mejor ya lo tenía a mi alrededor.

Este año me habéis dicho que no va a ver demasiados regalos porque la "cosa" está "mú achuchá" y por eso quiero escribiros esta carta.

Os escribo pues, para deciros que mis regalos de Reyes Magos sois vosotros, que no necesito nada más. Que gracias a vosotros estoy donde estoy y que soy lo que soy en parte a lo que me habéis ido dando a lo largo de toda mi existencia, existencia que habéis compartido conmigo desde el minuto 1, claro, que para eso sois mis padres.

No os quiero agasajar con linsonjas, ni tampoco endulzar simplemente vuestros oídos. De ambas partes es sabido que no siempre hemos estado de acuerdo, que alguna que otra vez ha habido roces, que habéis tenido que padecer mi adolescencia reivindicativa y rebelde y yo por mi parte, he de reconocer, que, ejem, ejem, un poco de aquella manera también habéis sido ¿no?, ¡qué le vamos a hacer! nadie es perfecto (afortunadamente).

Es vuestra compañía la que me regaláis cada día y no pido ni quiero nada más. Me habéis dado unas raíces, un hogar, una familia a la que pertenecer con un hermano mayor con instinto de "mamá gallina" por lo protector que es con los suyos.

No os puedo pedir nada porque con vosotros tengo todo lo que pudiera necesitar. Así que, aún sabiendo de nuestras diferencias, aún sabiendo de nuestros defectillos ... sé que ya me habéis dado todo lo que estaba en vuestra mano.

Nos vemos esta tarde, donde siempre (el Roscón ya lo pongo yo)