martes, 11 de agosto de 2009

La piscina... ese gran invento.

Domingo por la tarde y tarde de modorra.
Después de sobrevivir a la jornada intensiva poniendo la casa como los chorros del oro y después de la fideuá a lo mesetario, a punto de cerrar el ojo para sestear, nos damos cuenta de que no hemos salido en todo el día de casa y que el peque todavía está con el pijama puesto y con el chorretón de colacao del desayuno alrededor de la boca mezclado con el color anaranjado del azafrán de la comida... Nos entra cargo de conciencia y pensamos que hay que ponerse las pilas. Son las cuatro y media de la tarde y ni aún estando en Canarias con una hora menos, nos vamos a salvar del tostonazo de sol que cae completamente vertical en la calle.
¿Qué hacemos? ¿Dónde vamos? Tenemos que salir a algún sitio. Adecentar al nene para que le de el aire, que aquí en casa solo huele a amoniaco, desinfectante y caldo de marisco.
Decidimos darnos un garbeo por la piscina municipal. Resulta que ahora, por estar empadronados en mi superciudad, nos cuesta más barato que a los que vengan de fuera. Tenemos que aprovechar el ofertón sí o sí.
En fin, que nos armamos de valor y en plena ola de calor, salimos enchancletados a la calle. Bolsón al hombro, bañadores puestos y toalla piscinera.
Resulta que el peque está aprendiendo a nadar y para más señas, ese día sabe que va a estrenar manguitos... está emocionado con la idea ¡cómo decepcionarle!
Su padre y yo nos medio arrastramos por el derretido asfalto, mientras él medio levita de la emoción... ¡qué energía!
Llegamos a la piscina, nos piden el carnet y toma ya, 15 € de ná si total, en verano no hay crisis. Entre unas cosas y otras son las cinco de la tarde y en la taquilla nos avisan de la hora de cierre, tenemos tres horas para aprovechar al máximo.
Llegamos al césped, es decir, al poco hueco que queda. El peque ya se ha quitado todo y provisto de lo básico y sus manguitos le veo corriendo hacia la piscina de bebés. Me voy detrás de él y compruebo disgustada que la piscina de bebés está en hora punta y más llena de roña que los pies de Espinete. Probamos con la piscina grande, para llegar a ella hay que pasar por las duchas y hay que mojarse los pinreles en un foso con agua estancada y con un sospechoso color amarillento... glups. Abro el grifo de la ducha y cae un chorro de agua congelada, el peque se pone morado ipso facto y salimos pitando de allí, con los pies al borde del contagio por hongos y la digestión al punto de corte... Pero prueba superada.
Muy lozana y con el enano enmanguitado, me tiro a la piscina y agarro a mi hijo, le meto en el agua. Bueno, no se está nada mal. El agua está bien, el nene está bien, no hay demasiada gente y cuando estoy a punto de empezar a nadar, viene la socorrista y me da un pitido que me deja estupefacta:
- Oiga señora, no se puede estar en esta piscina con manguitos. Se tiene que ir a la mediana.
Y yo obedezco cual corderillo degollado (al fin y al cabo para algo soy una SEÑORA). Saco al nene y visualizo la piscina mediana: aproximadamente está en ella el 90 % de la población infantil del municipio con sus respectivos padres dentro. Tomo aire, cojo al nene, vuelvo a la zona de duchas, me enfango de nuevo los pies y de entre toda la marabunta de cabezas, logro un hueco del que casi no puedo moverme ... Puaj, el agua está calentorra y su color es rozando el blanco (quiero pensar que de tanta crema de niño con fotoprotección factor 50). Conservo la calma y me guardo mis escrúpulos para otro momento, mi hijo está familiarizándose con el medio y no quiero transmitir malos rollos. Nada más poner un pie en el agua en nene me dice que "tiene pipí". Salgo del agua, paso el fango, busco el W.C., lo encuentro, bajo el bañador que se empeña en quedarse pegado a la piel de Daniel, piso el suelo húmedo y se nos pega papel higiénico en las chanclas... vuelvo a la piscina, me meto y meto al peque en el caldo blanquecino y con una sonrisa de oreja a oreja le animo a flotar y a mover las piernas. Empezamos a jugar con el agua y a hacer carreritas de un lado a otro de la piscina. Nos lo estamos pasando tan bien, somos tan felices y se nos nota tanto, que de repente, se nos incorporan a las carreras y a los juegos un montón de niños... de los que sus padres están fuera mirando al retoño cómo molesta al resto... estuvo a punto de salirme la vena "monitora de campamento de verano" de antaño, pero me recompongo y esta vez sí que me niego a entretener al resto de niños (que se encarguen sus padres), le digo a mi hijo que nos tenemos que salir y él que no y yo que sí y erre que erre que quiere hacer carreritas acuáticas con sus recién estrenados "amiguitos".
Al final, consigo salir de allí y llegar al minitrozo de césped con el pequeño enfurruñado. Pero no hay nada que un buen helado no consiga arreglar.
Pasa un rato y nos da tiempo a tomar el sol y a que se nuble. Se levanta tal ventolera, que a las siete hay que recoger el campamento base e ir, otra vez enchancletados y con el biquini empapado, al coche. El peque calentito con la ropa de cambio y nosotros con la idea de repetirlo otra vez, pero la siguiente mejor en la piscina privada de algún amigo...

5 comentarios:

Niña hechicera dijo...

Ahhh!!! la bendita piscina!!!! en agosto....mal rollito,overbooking,no??? pero qué bien sienta y qué sensación de vacaciones te da en un momentito.
En Coyanza tenemos unas piscinas de aúpa donde literalmente puedes soltar a tu enano y seguir leyendo en la tumbona mientras este chapotea en una charquito de cuarenta centimetros de profundidad...¡¡es la caña!!!..y muy limpitas,eso si...auqnue ahora en agosto ronden las 4000 personas por sábado.
Vente pa León,cordera,y a tomar el sol en paz.
Un besote!!

Melisa dijo...

La tarde que quieras estáis invitados a la superpiscina que ha puesto mi suegra en el patio. Gratis y a 10 minutosandando despacio:)

Mexiñol dijo...

Pa la otra lleva al nene entre semana, cuando menos encontrarás medio metro mas de cesped y el agua no estará tan sospechosamente caliente

Cris dijo...

O puedes llevar al nene a las horas en que Espanya esta amodorrada. Es decir, que si postpones la limpieza para la tarde pues a eso de las 10 ya estais en la piscina, os librais del calorón y de los mogollones en el agua. Vamos que la piscina casi la estrenais vosotros. Cuando el crío ya se ha dado su dosis de agua y manguitos bocadillo al canto y helado para alegrar el estómago. Y luego a casita y siesta o lo que se tercie. Eso lo hacíamos mucho en mi familia. A esas horas encontrabamos sitio en la sombra y ahí nos quedábamos bastante tiempo. A las cuatro o las cinco nos volvíamos a casa... La verdad que leyendo el post me he inundado de olor a cloro y de griterío de críos hiperactivos :-D

SuperWoman dijo...

Mira, este verano hemos tenido mal contando cuatro días de calor, así que bendita sea la piscina, aunque sea en esas condiciones.
Un supersaludo