jueves, 4 de febrero de 2010

Me pinchan y no me sale ni una gota de sangre.

Y os voy a contar cuándo me pasó ésto.
Ayer fui a merendar con mi hijo a un conocido fast food, esto es en principio una novedad en sí misma porque creo que esto mismo lo habré hecho una vez más en toda su vida, la última vez fue el año pasado en su cumpleaños. Hasta ahí, la historia va bien. Quería hacer tiempo porque tenía que hacer unas cuantas cosas antes de llegar a casa y aún no habían abierto las tiendas, así que: a merendar con el nene. Decir ya de paso, para los que no lo saben, que a las cuatro y cuarto no hay nadie merendando... tampoco comiendo y el lugar parecía una escena del lejano lejano Oeste, con arbusto rodante incluido (que por otra parte me enterado que se llama salsola kali).
Os voy a describir la situación:
Los que tenéis hijos de temprana edad, sabéis el verdadero significado de la expresión "más cargada que una mula". Pues eso, ahí íbamos los dos, el nene bastante ligerito tan solo con unos juguetillos que suele llevar a todos los sitios y yo... el bolso, mi abrigo, su abrigo...¡vale! os hacéis una idea.
Una vez hicimos el pedido de la merienda y ya instalados en nuestra mesa, aparece una familia con dos niños y la abuela incluída. Me abstengo a hacer alusiones a nada más, salvo que se me sentaron justo a la mesa de al lado... pegaditos, pegaditos... La familia en cuestión no me dió buena espina desde el primer momento, pero los que me conocéis un poquito, sabéis que soy persona de segundas oportunidades y no me dejo llevar tan fácilmente por la primera impresión. Así que, intenté mantenerme "parcialmente" alerta, y no era fácil ya que, el hecho de que se sentasen tan cerca, me dió motivos más que suficientes para el mosqueo: el restaurante estaba completamente vacío, con todas las mesas libres ¡digo yo que no habrá otro sitio donde ponerse!!!
El caso es que, la madre de los churumbeles, pega el respaldo de su silla al respaldo de la mía, a lo que yo, muy sutilmente, me doy por aludida y retiro el bolso del respaldo y todos los posibles objetos de valor que tenía en los bolsillos del abrigo... (un por si acaso cruzó raudo y veloz por mi cabeza)
En minutos, ya tenía la situación controlada: mi peque merendando tranquilamente mientras jugaba con su cochecito, su mini oso panda y otro artilugio que le había tocado con el menú... mi bolso en el regazo y todo lo demás fuera del alcance de cualquiera que pudiese tener querencia por las pertenencias ajenas.
Y en tan solo un segundo, dejé de tener tal control: al nene le da un apretón y necesita ir al baño urgentemente (ya sabemos también, que los niños van con la caca incorporada que además es inoportuna la mayoría de las veces), así que, rápidamente me levanto, busco con la mirada la puerta del WC y me dispongo a ir con el peque en volandas, pero ¡no! un dispositivo de emergencia activa mi cerebro y me advierte que coja todo lo de valor y me lo lleve conmigo al cuarto de baño, así que, eso hago... cojo bolso, monedero, móvil, llaves de coche, abrigo del nene y mi propio abrigo y sobre la mesa solo queda la merienda aún a medias y los juguetitos de mi hijo...
Como experta madre, conseguimos salir intactos e impolutos del baño en menos de medio segundo. Regresamos a la mesa y ahí es cuando se me congela la sangre en las venas: compruebo con espanto que la familia en cuestión no está y que además se ha llevado con ella los juguetes de mi hijo!!!
¿Que qué fue lo primero que me vino a la cabeza? ¡matarles, escupirles, pisarles y ... bueno mearles para que escociera!, pero somos gente civilizada, así que opté por coger al nene del brazo y ¡salir corriendo como una energúmena detrás de ellos!!!
Me puse a gritarles con todo el coraje de una hembra que ve a su cachorro herido... ¡devolvedle los juguetes a mi hijo! ¡cobardes! ¡ruines! ¡qué vergüenza robarle a un niño! y otra serie de reivindicativas expresiones... hasta les aplaudí mientras les decía ¡qué valientes sois que le robáis a mi hijo!!! ¡que lo disfrutéis, valientes!!!
La familia, cómo no, se hizo la remolona e hizo finalmente mutis por el foro, mientras bajaban sin pestañear las escaleras mecánicas.
Os prometo que en ese momento hubiese sido capaz de acabar con ellos de una dentellada y no por el valor económico de los juguetes que por otra parte creo que juntos no llegarían ni a 3€, sino porque esos juguetes tenían un gran valor sentimental para mi pequeñajo. Hubiese preferido que me robasen el alma en ese momento.
Sin embargo, esta historia tiene un final feliz...
Ya con los ánimos más calmados y habiendo convencido a mi hijo que la niña que tenía sus juguetes seguramente los necesitaba más que él y que él además tiene muchos más en casa, nos dispusimos a bajar las escaleras mecánicas y ¡voilá! en la papelera, justo del pie de las escaleras, yacía boca abajo su coche preferido... del oso panda, aún no había señales ... pero al menos, este detalle hizo que por instantes mi hijo fuese recuperando la confianza en el ser humano...

9 comentarios:

Papalobo dijo...

Si es que está la cosa mu mala con la crisis (de decencia me refiero).

A este paso vamos a tener que comprar jugutes con GPS madredelamorhermoso.

Anónimo dijo...

Pues sí, totalmente imaginable la situación, mi tsunami tiene la hora all-bran por la tarde, coincidiendo con merienda, tienda con carro lleno u otras situaciones diversas muy cómicas. Es una vergüenza, pero sí, existe gente así, y lo que les enseñan a sus hijos es eso.
Marta.

Niña hechicera dijo...

Me he quedao de piedra....en cuan to has salido al baño sabía que te habías quedado sin juguetes...¡¡qué ganao!!!
Mi niña perdió hace unos meses su barriguitas preferido en su bolsito preferido...creo que "nunca se recuperará" de haber sido consciente de que la gente no devuelve lo que encuentra aunque no sea suyo...todavía me pregunta si nos llamarán del hiper para decirnos que lo han encontrado.

Muy buen relato,por cierto :)

Merce dijo...

Entiendo tu cabreo perfectamente; "yo por mi niña mato" que diría aquella.

Lo peor de todo, es que ni siquiera lo necesitaban /querían, sólo era para molestar. No es excusa, pero si hubiese sido gente sin recursos quizá hubieses pensado que tu hijo tenía ás juguetes y ese niño no.

Tu peque no te ha preguntado nada? la mía me hubiese hecho un interrogatorio y eso sí hubiese sido duro.

Besos,

Merce

Ciudadana C dijo...

Gracias por vuestro apoyo "logístico" chic@s! Bueno, era gente con suficientes recursos como para hincharse a comer en el "McDonals"...
Y sí Merche, me hizo un gran interrogatorio, desde por qué me había dejado sus juguetes en la mesa hasta por qué se los habían quitado, pasando por el por qué no salí corriendo detrás de ellos para quitárselos...
:(

¨•·.·´TATI`·.·•¨ dijo...

Hola... llegue a tu blog de casualidad... pero... como el mio surgio a partir de mi hijo... me gusto mucho! esta historia es increible... te dejo un gran saludo... ;)

SuperWoman dijo...

Lo flipo, lo siento, no me sale nada mejor...
Un supersaludo

Mar Alvarez dijo...

La verdad es que ahora hay que ir con cien ojos, es vergonzoso, y los hijos de ésta "familia" que educación están aprendiendo?

Saludos

Anónimo dijo...

Clásica mala educación que se inculca ahora. Egoísmo, pillaje, ruptura de valores, la (in)cultura del "todo vale"... Muy social-comunista y hembrista, sí señora. Vamos directos a las cuevas. Qué pena.