domingo, 25 de julio de 2010

DEL DELITO

Que me cuenten quién no ha sufrido un desamor,
o el amor no correspondido.
Que levante la mano quien no haya soñado con la felicidad plena,
o el pleno convencimiento de estar siendo feliz.
Ella ha cerrado sus ojos, ha sentido y padecido
el devenir de la vida.
Y creía haberlo superado todo,
y pensaba que las espinas del rosal ya no la herirían.
Y ahora se ríe a carcajadas,
creyéndose una experta mujer,
y fría como el hielo,
dura como el pedernal.
Ella ha caído y tropezado con su sombra,
con el corazón errado palpitando dentro del pecho.
Porque tocó el espino del tallo y sangró de nuevo.
Porque le hirió en su orgullo el desprecio.
Porque se agarró al clavo ardiendo
y se enquistó la fina herrumbre.
Porque puso la mano en el fuego
y la llaga de la quemazón no alza el vuelo.
Ella se aparta el pelo con la mano,
cabello pegado a su frente humedecida con el sudor
de una carrera hacia atrás,
y se aparta las lágrimas con el aire fresco del atardecer.
Quiere arrancarse el sentimiento que le invade,
porque quiso jugar con la ingenuidad,
y el juego le ganó a ELLA.
Es ahora cuando se revuelve entre las sábanas
y se cubre la cara con la vergüenza
de sentir en las entrañas el intenso dolor
de haber sido herida no solo una vez,
sino dos ...con puñalada certera.

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