Domingo a las 14.00 horas. El peque, el papá y yo nos disponemos a entrar en un restaurante para dar cuenta a nuestro apetito.
Nos sientan en una mesa contigua a la de una pareja muy joven con dos niños, uno de 3 años y otro de meses.
Pedimos el menú y el niño de 3 años se acerca a nuestra mesa y empieza a hablar con nuestro hijo. Los padres de la criatura le llaman al orden para que no nos moleste y el niño vuelve a su mesa.
Pasa un rato entre idas y venidas y finalmente volvemos a tener visita. El niño le enseña al mío todos sus juguetes, buen intento, los padres vuelven a reclamarle que vuelva a su mesa.
Pasan 2 minutos, algo tira de mi brazo, miro, es el niño de 3 años que contraataca. Estamos pidiendo los postres, el niño me quita la carta y me pide A MI que quiere un helado de "vaca": "Mira, quiero éste" - dice señalándome la carta de postres que me ha mangado previamente a lo cual mi hijo me dice que él lo quiere de "pingüino". Los padres de la mesa contigua ya no están pendientes de su retoño. El susodicho me sigue increpando A MI que le compre un helado. Esto empieza a ser surrealista, mi santo varón le dice al niño que le pida el helado a sus padres en un tono lo suficientemente alto como para que éstos se den por aludidos: pues nanai de la china. Esos padres se están tomando un copazo a nuestra salud y se han encendido unos cigarritos para celebrar su reciente libertad.
Mi hijo, pide su helado y me dice que le pida otro al nuevo habitante de nuestra mesa, por cierto, se llama Denis y sí, también tiene 3 años.
Nos traen los helados y Denis, se sitúa frente al de mi hijo, le pide con cierta salivación un poco del postre y mi hijo va, coge la cuchara y la carga con una cantidad muy suculenta de helado, dispuesto a dársela a su nuevo amiguísimo, a lo que ciudadano papá le increpa que no, que si quiere helado Denis, que se lo compren sus padres: también lo suficienteme alto para que éstos lo oigan (pero siguen con su copazo). Sucede algo inesperado, el niño coge el helado del mío y mete los dedos y se lleva un trozo a su boca. Yo no sé qué hacer, le digo que eso no se hace y mi ciudadano marido le arranca el postre de las manos, coge a nuestro hijo en volandas y se lo sienta encima y les dice a los padres del usurpador de helados a voz en grito: vuestro hijo quiere un helado, así que comprárselo y que deje en paz al mío.
Vaaaaale, los padres le compran el helado de vaca y aquí paz y después gloria.
Terminamos la comida que dicho sea de paso me ha sentado fatal con la tensión de estar cuidando al niño de otro. Mi santo ciudadano marido me dice que no tendría que haberle dado tanta coba al niño de aquella pareja y que estas cosas no tenemos por qué aguantarlas, lo mismo que ellos no han tenido que aguantar a nuestro hijo. Esta vez tiene razón, pero no hemos sabido cómo hacerlo. ¿Tendríamos que haberle dicho a los padres del niño algo desde el principio? Yo creo que sí. El cómo es lo que a mi me intriga ya que yo jamás hubiese dejado que mi pitufo se hubiese tomado tantas licencias con unos desconocidos.
¿Vosotr@s qué hubiéseis hecho? Y lo que es más ¿cómo?
Nos sientan en una mesa contigua a la de una pareja muy joven con dos niños, uno de 3 años y otro de meses.
Pedimos el menú y el niño de 3 años se acerca a nuestra mesa y empieza a hablar con nuestro hijo. Los padres de la criatura le llaman al orden para que no nos moleste y el niño vuelve a su mesa.
Pasa un rato entre idas y venidas y finalmente volvemos a tener visita. El niño le enseña al mío todos sus juguetes, buen intento, los padres vuelven a reclamarle que vuelva a su mesa.
Pasan 2 minutos, algo tira de mi brazo, miro, es el niño de 3 años que contraataca. Estamos pidiendo los postres, el niño me quita la carta y me pide A MI que quiere un helado de "vaca": "Mira, quiero éste" - dice señalándome la carta de postres que me ha mangado previamente a lo cual mi hijo me dice que él lo quiere de "pingüino". Los padres de la mesa contigua ya no están pendientes de su retoño. El susodicho me sigue increpando A MI que le compre un helado. Esto empieza a ser surrealista, mi santo varón le dice al niño que le pida el helado a sus padres en un tono lo suficientemente alto como para que éstos se den por aludidos: pues nanai de la china. Esos padres se están tomando un copazo a nuestra salud y se han encendido unos cigarritos para celebrar su reciente libertad.
Mi hijo, pide su helado y me dice que le pida otro al nuevo habitante de nuestra mesa, por cierto, se llama Denis y sí, también tiene 3 años.
Nos traen los helados y Denis, se sitúa frente al de mi hijo, le pide con cierta salivación un poco del postre y mi hijo va, coge la cuchara y la carga con una cantidad muy suculenta de helado, dispuesto a dársela a su nuevo amiguísimo, a lo que ciudadano papá le increpa que no, que si quiere helado Denis, que se lo compren sus padres: también lo suficienteme alto para que éstos lo oigan (pero siguen con su copazo). Sucede algo inesperado, el niño coge el helado del mío y mete los dedos y se lleva un trozo a su boca. Yo no sé qué hacer, le digo que eso no se hace y mi ciudadano marido le arranca el postre de las manos, coge a nuestro hijo en volandas y se lo sienta encima y les dice a los padres del usurpador de helados a voz en grito: vuestro hijo quiere un helado, así que comprárselo y que deje en paz al mío.
Vaaaaale, los padres le compran el helado de vaca y aquí paz y después gloria.
Terminamos la comida que dicho sea de paso me ha sentado fatal con la tensión de estar cuidando al niño de otro. Mi santo ciudadano marido me dice que no tendría que haberle dado tanta coba al niño de aquella pareja y que estas cosas no tenemos por qué aguantarlas, lo mismo que ellos no han tenido que aguantar a nuestro hijo. Esta vez tiene razón, pero no hemos sabido cómo hacerlo. ¿Tendríamos que haberle dicho a los padres del niño algo desde el principio? Yo creo que sí. El cómo es lo que a mi me intriga ya que yo jamás hubiese dejado que mi pitufo se hubiese tomado tantas licencias con unos desconocidos.
¿Vosotr@s qué hubiéseis hecho? Y lo que es más ¿cómo?
8 comentarios:
Ufff, en alguna de esas me he visto yo, desde siempre he tenido cierto imán para los peques, se me pegan como lapas. Yo la verdad suelo tomar la vía de escape pero en esa situación salir por piernas es complicado, así que lo hubiera dejado en manos de mi marido, que es bastante directo y lo suficientemente borde para que la parejita en cuestión se hubiera dado por aludida lo antes posible. Me repatea la gente que deja a sus hijos/as a su libre albedrío, los niños son niños y es cierto que a veces te pueden meter en líos pero por eso digo que hasta ciertas edades tenemos que ser su sombra porque no paran.
Yo que tu me regalaba una cenita con el ciudadano pero sin niños en algún restaurante romántico y no apto para peques, jeje.
Un abrazo
Pues tienes razón Selvas!
Seguro que después de la cenita romántica, vería las cosas de otra manera y me arrancaría por bulerías cuando un niño ajeno me pidiese el menú de la carta.
;D
Hija, yo tengo el problema contrario, SG es como el tal Denis, por más que le llame al orden, ella considera mucho más chulo pasar de sus padres y largarse con una familia ajena... se pasa mucha verguenza porque a veces pendiente de SB, me encuentro de repente dando la charla al viento mientras SG molesta en cancha ajena...
Yo, como Selvas, recomiendo la cena para dos... encima a los enanos les parece una aventura cuando viene la Supernanny ;)
Un supersaludo
ok.
Votos a favor de la cena romántica: 2
Se está valorando positivamente la alternativa.
Pues yo regento un restaurante q los fines de semana son horribles por culpa de muchos padres q dejan a sus hijos sueltos por el comedor, los padres no se dan cuenta q algun dia a los camareros (sin querer) se les pueda caer un plato quemando, un cafe, etc etc..y luego la culpa del restaurante. los niños deben estar sentados en la mesa junto a sus padres y no corriendo por el restaurante y molestando a otros comensales.
Odio esas situaciones. Porque yo soy como tú. Que no sé cómo deshacerme del niño de los otros sin que me sienta una bruja. Y encima sabiendo que tendría razón. Si salgo poco y encima cuando salgo tengo que aguantar impertinencias de otros niños mientras sus padres disfrutan... Eso si que no.
Es que te amargan la comida, hombre!
Por cierto, añade un voto a la cena romantica...
Y luego es que da penita del crío porque los ninyos hacen cosas por impulso y no saben que está mal. Yo para algunas cosas ya hace tiempo que perdí los modales y directamente diría algo a los padres. Si no se han dado cuenta como comenta SW pues se resuelve la cosa rápido, si se dan cuenta y se hacen los locos, puede que la cosa no se solucione tan rapido pero por lo menos no te sientes luego con la duda de si tendrías que haber dicho algo :-)
A ver....sonrisa profidén, cierta con el pequeño usurpador y un "ninguneo" del copón hasta que el susodicho se diese por enterado.
Los padres del nene seguro que están acostumbrados ( porque los demás tenemos buen rollo y más paciencia...)por cierto mi pitufa tb tiene 3 años y no se escapa a las mesas contiguas...va a ser que la tengo mejor enseñada que vuestros vecinos.
Chau!!
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