miércoles, 1 de octubre de 2008

INTELIGENCIA EMOCIONAL

Hace unos días, en una conversación con unos amigos me argumentaron por enésima vez por qué pensaban que un conocido nuestro era el más inteligente del grupo... ¡claro! no había caído en que superó sus estudios de ingeniería industrial superior con especialidad en electrónica con sobresaliente, ha formado su propia empresa y se tira todo el día en la carretera viajando de un lado a otro de la Península sin tener tiempo de mirarse al ombligo. Tanto se ha dedicado a su profesión que finalmente su ruptura sentimental hasta no nos ha extrañado... No ha sabido desenvolverse en su aspecto más emocional, no ha sabido manejarse ni resolver sus conflictos, el resultado, se ha escapado de su núcleo familiar, ha dejado mujer e hijos (uno de ellos recién nacido) y aún nadie sabe por qué, y ese nadie se hace extensivo a su propia ex... por tanto ¿qué le falta a esa inteligencia tan extraordinaria?
La inteligencia emocional no está reñida con el C.I pero evidentemente no es lo mismo. La primera supone que quien la posee cuenta con un alto conocimiento de sí mismo, es empático, se autocontrola, fija sus motivaciones en las metas y no en los obstáculos, y posee un amplio abanico de habilidades sociales.
Autores que han estudiado el campo de la inteligencia emocional, han teorizado que una alta inteligencia emocional puede llevar a grandes sentimientos de bienestar emocional y son capaces de tener una mejor perspectiva de la vida. Existe también evidencia empírica que parece demostrar que la alta inteligencia emocional se asocia con menor depresión, mayor optimismo y una mejor satisfacción con la vida. Por tanto, esto sugiere un vínculo entre inteligencia emocional y bienestar emocional.
¿Y dónde o cómo se adquiere esta inteligencia? cómo no, hay que retrotraerse a la infancia. ¿Cómo contribuir como padre a que tu hijo desarrolle esta capacidad? todo lo resume esta frase: TRATA A TU HIJO COMO QUIERAS QUE LOS DEMÁS LE TRATASEN.

1 comentario:

Melisa dijo...

Estoy completamente de acuerdo contigo. Antes de saber que se llamaba inteligencia emocional, cuando era una niña ya distinguía entre esos dos tipos de inteligencia, que yo llamaba inteligencia normal y sabiduría.

Si tengo que elegir, prefiero la segunda.