Érase que se era, una mujer que vivía con una hora de retraso.
Desayunaba todos los días a las 8.00, y se levantaba de la cama a las 9.00.
Empezaba a trabajar a las 9.00 y llegaba a las 10.00.
A las 16.00 se tomaba el descanso, y como solo servían comidas hasta las 15.00, nada más llegaba al postre y en vez de comer, merendaba.
Como tarde había llegado, al final tenía que fichar una hora de más y en vez de terminar a las 18.00 salía a las 19.00.
La hija, su "pequeña" adolescente, salía de entrenar a las 19.00, pero ella llegaba a las 20.00. Allí se quedaba en la puerta, esperando a su madre.
Primero llegaba la sombra y después ella, callada y despeinada. Recogía a su hija y descaminando los minutos iban hasta la parada del bus que perdían (había pasado un segundo antes).
Una vez en su casa y pasada una hora, ella pedía perdón a su hija. Pero la hija, que vivía con un día de antelación, ya la había perdonado el día de antes.
La mujer de la hora de retraso, nunca se casó con su marido. Llegó tarde a su boda, exactamente una hora más tarde.
Érase que se era, un hombre que vivía con tres meses de posterioridad.
Tres meses después de no amarla le pidió a la mujer en matrimonio. Pero antes de casarse, ella se quedó embarazada porque hasta una hora después no se enteró que debía tomar precauciones.
Él ya sabía que no la quería exactamente 90 días después de tener la fecha de la boda, pero ella no se enteró hasta una hora después de estar esperando en el altar.
Las lágrimas acudieron a sus ojos a los 60 minutos del plantón, cuando ya no había nadie para consolarla.
Érase que se era, una mujer que andaba estresada por la vida. Llegando tarde a todos los sitios, sintiendo tarde todas las emociones. Tenía a esa hija que vivía antes de tiempo y que maduraba un día antes. Esta hija le hizo un regalo a su madre la víspera de su cumpleaños:
- "Toma mamá, un regalo" - le ofreció efectivamente 24 horas antes de lo previsto.
La madre no reaccionó en principio hasta pasado su tiempo de rigor. Después movió la mano hacia adelante para recoger el paquetito de la mesa.
Tic, tac, tic, tac
- "Y ese ruido ¿qué será?"
Tic, tac, tic, tac
La mujer, muy intrigada, abrió el regalo, tan bien embalado, en papel morado y tan chiquitito.
Era una esfera, con números del 1 al 12, con una aguja grande, una pequeña y otra más fina que no paraba de moverse y por detrás, una inscripción:
"USA EL RELOJ. Te quiere, tu hija."
La mujer de la hora de retraso, nunca más llegó tarde, ahora le llamaban "la mujer puntual".
Pasó el tiempo de forma muy uniforme, y llegó el 16 cumpleaños de su hija, el mismo día, a la misma hora de su nacimiento de hace tanto tiempo le entregó el regalo:
- " Toma hija, un regalo" - le dijo ofreciéndole un exacto paquete.
La hija, ya lo había descubierto un día antes, guardado en el cajón de su mesilla. Pero esperó muy impaciente para respetar a su madre. Con velocidad del rayo, hizo trizas el papel de color añil. Dentro, había una nota.
" USA EL CALENDARIO. Te quiere, tu madre."
Érase que se era, dos mujeres que nunca más se adelantaron, ni se retrasaron y que aprendieron a vivir el día a día simple y llanamente.
5 comentarios:
Creo que he llegado a tiempo,a pesar de ser una vendedora estresada, una madre tardía y una cantante puntual-por culpa sólo de los contratos que firmamos previamente-
El relato,soberbio,original y redondito, como todas las buenas cosas....
me suscribo a tu "cojera",espero no retrasarme en volver!!
;)
Pues bienvenida eres (sea la hora que sea y el día o la noche que elijas)
Muy bueno, sí señor. Esperando el siguiente me tienes :)
Ufff este esta genial!!!!!!
Jejejeejejej yo soy casi igual en algunas cosas
Siempre voy con un día menos
Me encanto
Un beso
Buenísimo, gemma.a, me ha encantado!!!
Un besazo
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